Un mar de fueguitos...

"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende."

Eduardo Galeano
( El mundo , de "El libro de los abrazos")

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martes, 25 de mayo de 2010

PASEO DE LAS DOS CULTURAS

CARTA ABIERTA AL HONORABLE CONCEJO MUNICIPAL DE SANTA FE

Hace un poco más de un año, en el marco del micro programa “Historias de Pueblos Olvidados” (todos los viernes a partir de la medianoche por LT10), decidimos recorrer el casco histórico de Santa Fe ubicado en el barrio sur de la ciudad. En este emblemático lugar, hacia 1997, se emplazó lo que se conoce como “Paseo de las Dos Culturas”, nombre éste en referencia a las dos culturas que dieron origen al continente americano: PRE hispana y colonial.


En la recorrida efectuada por este bellísimo lugar, nos percatamos que una de las culturas, la PRE colombina, no estaba claramente representada en el mismo nivel que la cultura española de la conquista. Esta razón nos llevó a conformar una comisión representativa de vecinos libres, instituciones y dirigentes aborígenes, a los efectos de peticionar en ese sentido ante el Honorable Concejo Municipal. Así se constituyó la “Comisión Pro Monumento a la Cultura Aborigen”.


El encuentro con los ediles santafesinos se efectuó en el mes de abril de 2009, exactamente en la semana conmemorativa al aborigen”, donde pudimos exponer ante todo el cuerpo deliberativo de la ciudad, nuestro proyecto de restauración de la representación de la cultura PRE hispana.


Pero el oportunismo de alguna gente no se hizo esperar. Otro proyecto, en este caso proponiendo el cambio de nombre por “tres culturas”, cambió la marcha deliberativa que, al final, terminó imponiéndose. Por Ordenanza Nº 11649, sancionada el 3 de diciembre de 2009, el histórico lugar pasó de la denominación “Paseo de las Dos Culturas” a “Paseo de las Tres Culturas”.


Para tener en cuenta


Desde nuestra óptica, entendemos se ha incurrido en dos grandes errores: el primero es haber cambiado la idea original por el cual se construyó el paseo, y segundo entendemos, es lo peor, no se ha tenido en cuenta la historia. (Preferimos pensar en un aplazamiento en historia de los concejales a que decidieran cambiar los hechos históricos para posibilitar esa denominación).


El “Paseo de las Dos Culturas” había nacido con la intención de representar el encuentro de las dos culturas resultante de la llegada de los europeos al continente americano: la cultura PRE colombina y la europea de la conquista.


“Paseo de las Tres Culturas” significa, fundamentalmente, una distorsión de la historia.

La Comisión de Cultura del Honorable Concejo Municipal anterior, resolvió agregar a las dos culturas ya mencionadas la cultura africana por entender que son estas tres las culturas originales fundadoras de la Nacionalidad Argentina.


Incorrecto.


Al momento de la llegada de los conquistadores al continente, solo existían las diversas comunidades y naciones aborígenes que, junto a los “visitantes”, van a componer una fusión bicultural. No hubo una tercera cultura. Los africanos fueron introducidos al continente varios años después a través del tráfico de esclavos.


Además, la nacionalidad Argentina no se funda en el tiempo de la conquista ni de la colonia sino en el proceso de formación del Estado durante el siglo XIX.


Las tres culturas en cuestión llegan a estas instancias, por distintas circunstancias, muy diezmadas, por lo que el aporte hacia la nacionalidad Argentina fue escasamente significativo.


Por tal motivo es imprescindible aclarar qué es lo que se quiere representar para no incurrir en el error de extraviar el sentido de nuestra historia como Nación.


Nuestra propuesta


Nuestro proyecto propone reafirmar la idea original de “Paseo de las Dos Culturas”, sin dejar de contemplar la idea de “…Tres Culturas” pero en el marco de la representación de los Tres Períodos culturales que sí dieron origen a la Nación Argentina: PRE colombino, colonial y moderno. Y dentro de este marco, la posibilidad de inclusión de todas las culturas existentes que han aportado y aportan cada uno lo suyo desde los tiempos, y no encuadrarlo en una figura irreal y exclusiva.


Nota: La presente nota fue enviada al concejo municipal y a todos los medios orales y gráficos mas importantes de la ciudad.

En representación de la "Comisión pro Monumento a la Cultura Aborigen", firmamos la nota: Maria José Bournissent, Docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Social (UNL), e integrante de la Asoc.Abog. De Derecho Indígena; Néstor Alessio por micro radial: "Historias de Pueblos Olvidados" LT10 Radio Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe.-

jueves, 20 de mayo de 2010

BICENTENARIO DE LA REVOLUCION DE MAYO


El bicentenario amerita una mirada crítica cuyo horizonte debe ser ineludiblemente ese espejo revolucionario que nos legaron sus fundadores.


Las repetidas y habituales conmemoraciones de eventos históricos suelen atenuar o diluir las aristas más significativas de los acontecimientos que se memoran. El bicentenario de la conmemoración del 25 de mayo no debería disimular su característica más obvia: se está celebrando una revolución. Y este no es un detalle menor.


¿Qué significa que se celebra una revolución?

En el caso de nuestro país, los sucesos de mayo de 1810 se inscriben en el curso de la tradición revolucionaria que involucra un doble movimiento: por un lado, la ruptura con la metrópoli; por el otro, el ingreso a la modernidad. En este último punto nos queremos detener porque por lo general es lo que se obvia deliberadamente con el objeto de diluir los efectos más disruptivos del proceso revolucionario.


¿Por qué el ingreso a la modernidad es visualizado como revolucionario?

Porque la revolución de mayo, en sintonía con la revolución francesa, implica el pasaje de un orden dado a un orden producido por lo hombres, en quienes reside la responsabilidad del destino colectivo de la sociedad.


En ese marco revolucionario, la construcción de un orden político independiente debía fundar su legitimidad en el consentimiento de aquellos sobre los que habría de ejercer la autoridad. Esa es la configuración moderna de la soberanía popular: una sociedad pensada como una vasta asociación de individuos que, unidos voluntariamente, constituyen la nación o pueblo, y es ese pueblo así constituido el depositario de la soberanía. De esta manera la soberanía se sostiene sobre un principio de autonomía que desemboca lógicamente en la cuestión del derecho al voto.


La pregunta sobre la legitimación de la dominación política constituirá una de las preocupaciones de la elite dirigente durante el centenario de la revolución. Ese interrogante abrirá las puertas a la reforma electoral de 1912 estableciendo las bases del poder político sobre una nueva validación: la democracia electoral.


La preocupación de la legitimidad política estaba también asociada con otras cuestiones que también preocupaban a la elite dirigente: la cuestión nacional y la cuestión social. En ambas cuestiones el papel asignado a la educación pública se reveló fundamental para superar esas asignaturas pendientes. La Escuela uniformizó culturalmente a los hijos de inmigrantes y brindó posibilidades ciertas de ascenso social. La existencia de una sociedad relativamente móvil posibilitó la integración mediante una incipiente ciudadanía social que se fortalecerá notoriamente en las últimas décadas de la primera mitad del siglo XX.


A doscientos años de la revolución de mayo… ¿qué interrogantes sobre la sociedad actual debería jerarquizar una mirada atenta sobre la revolución?

Naturalmente que una pregunta sobre los dispositivos de legitimidad que justifican el poder político también se revela fundamental.

Ahora bien, esa pregunta deberá trascender la preocupación centenaria por la democracia electoral. La pregunta de 1910 debe necesariamente reeditarse con contenidos que la actualicen dando cuenta de las luces y sombras en las que se debate la Argentina actual.


A 27 años de institucionalidad de democracia electoral, esa pregunta por la legitimidad esgrimida por la elite dirigente hace 100 años trasciende a la garantía por el derecho al sufragio. Es necesaria una indagación cualitativa sobre al menos dos fundamentos de aquella tradición revolucionaria inaugurada hace 200 años.

En primer lugar, la tradición republicana sobre la que se legitima el ejercicio de la autoridad política; y en segundo lugar, las condiciones sociales en la que se construye la ciudadanía en la Argentina.


En cuanto al primer punto, la tradición republicana no sólo estuvo es jaque a partir de las recurrentes intervenciones militares durante gran parte del siglo XX, sino también como producto de tradiciones políticas escasamente comprometidas con la formalidad procedimental que la república requiere. De esta manera los dos partidos mayoritarios en nuestro país, plantearon como antinómicos dos principios de legitimidad complementarios. La democracia “formal”, fundada en la tradición liberal, que situaba el consenso como producto de la deliberación en ámbito parlamentario. Y la democracia “real”, ensalzada por el populismo, que minimizaba al parlamento como espacio generador de consenso en nombre de una voluntad plebiscitaria (expresa a través de las urnas) que confería legitimidad legislativa a las iniciativas del poder ejecutivo.


Estos contrastes todavía persisten y empañan el ejercicio de la autoridad política.

La necesidad de revertir esta dicotomía se revela fundamental para garantizar un desempeño previsible que permita superar los riesgos de ingobernabilidad a la que recurrente y cíclicamente el país parece encaminarse.


La segunda cuestión es aún más problemática. La ciudadanía emerge en la Argentina bajo condiciones sociales en la que la pobreza se ha transformado en un dato estructural. En este sentido, una paradoja recorre a la democracia actual en nuestro país. La democracia electoral (esto es, la sustitución pacífica de un gobierno por otro) parece haberse consolidado sobre la base de una mayor exclusión social, en oposición a las etapas anteriores en las que la inexistencia de acuerdos sobre las reglas a observar en cuanto a la alternancia en el ejercicio del poder, era acompañado por una mayor integración social o la existencia de un tejido social menos fisurado.


La pregunta es inevitable y sombría. ¿Es posible la virtuosidad pública en el contexto de extrema pobreza (o de injusticia social) en la que se debaten miles de compatriotas?

Para ellos, los marginados, los que sólo sobreviven, los aniquilados por la injusticia social, las elecciones se transformaron en un puente de llegada a los candidatos solamente para obtener algunas prebendas a cambio de su voto.

Esto genera inocultables prejuicios sobre la supuesta inoperancia de la democracia formal e inequívocas inclinaciones ante eventuales opciones autoritarias.

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El proceso iniciado hace 200 años El bicentenario amerita una mirada crítica cuyo horizonte debe ser ineludiblemente ese espejo revolucionario que nos legaron sus fundadores. Ese espejo, en el que se reflejan los sueños que animaron a aquellos que pretendían cimentar en el desierto una nueva nación, constituyen los fundamentos de la revolución. Ese es, necesariamente, el punto de partida para interpelar la realidad en la que nos debatimos y percatarnos de su carácter inconcluso. Corresponde a nosotros y a las futuras generaciones avanzar en ese proceso iniciado hace exactamente hoy doscientos años.-

domingo, 9 de mayo de 2010

SAN JUSTO.-

San Justo es una ciudad de aproximadamente 30.000 habitantes, también conocida cono “El Portón del Norte”. Está situada geográficamente a 100 kilómetros dirección Norte de la ciudad de Santa Fe, y se puede arribar a través de la RN Nº 11.


Cuenta la historia que Don Mariano Cabal, gobernador de la provincia de Santa Fe, en el período 1868/1871, fundó la Colonia San Justo el 6 de mayo de 1868, nombre impuesto en homenaje a su hijo mayor: Justo Cabal.

Las familias de inmigrantes de nacionalidad italiana, españoles, franceses, suizos y argentinos, que fueron los primeros agricultores en arribar al lugar, muy pronto tuvieron que desalojar la colonia por variadas razones: sequía, malas administraciones y la constante embestida de los naturales que no cejaban en la lucha por lo que entendían legítimamente les pertenecía: la tierra.


En 1882, Simón de Iriondo, gobernador en los períodos 1871/74 y 1878/82, con otro contingente de inmigrantes, dispone el repoblamiento de la colonia abandonada tres años antes.


A partir de 1889, San Justo queda integrado a la red provincial ferroviaria al habilitarse su estación en el kilómetro 98,5 de la línea Santa Fe – Resistencia (provincia del Chaco) perteneciente al antiguo ferrocarril Santa Fe, luego ferrocarril Central Norte y hasta su desaparición total, denominado Gral. Manuel Belgrano.

La otra línea ferroviaria que atravesaba el departamento San Justo, era la que unía las ciudades de Santa Fe con La Quiaca (provincia de Jujuy), previo paso por San Cristóbal y Tostado.


EL “CARAMELERO” PÉREZ


Y como todo pueblo, aldea, barrio o ciudad pequeña, como nos ocupa la presente historia, siempre existe un personaje cuya figura resalta el paisaje diario de una comunidad. En San Justo esa figura es Don Alejandro Pérez, “el caramelero”, como se lo conoce popularmente.


Don Alejandro Pérez tiene 84 años y todos los días monta su bicicleta y pedaleando lento pero sin pausa, recorre las calles de su ciudad. Una de sus paradas principales, quizá su preferida, es la entrada a la Escuela de Educación Técnica Nº 277, Fray Francisco Castañeda, donde endulzó los días de varias generaciones.


Don Alejandro nació en la lejana “Castilla La Vieja” (España), y apenas tenía un año de vida cuando sus padres decidieron emigrar hacia Sudamérica. El destino elegido fue Paraguay. Cuenta Don Alejandro que, por razones de salud de su madre y por prescripción médica, viajaron a la Argentina. Los primeros años vivieron en Cabal, localidad muy cercana a San Justo, pero es en esta última donde se radicarán definitivamente.


Don Pérez –padre- era hachero, lo que se dice: trabajador de “monte adentro”. Desde muy pequeño Alejandro lo acompañaba en la dura tarea del manejo del hacha, y dicen parecía decidido a continuar los pasos laborales de su progenitor. Pero un inesperado infortunio hizo cambiar el rumbo de su vida para entrar en el oficio que sin dudas lo ha inmortalizado en vida en el recuerdo de varias generaciones de sanjustinos..


“Armé un cajón de madera y con una soga me lo colgué al cuello y salí a vender caramelos” cuenta orgullosamente Don Alejandro apoyado en su triciclo. “Fue en el año 1940, yo tenía 14 años y San Justo era muy chico y la mayoría de las calles eran de tierra”, recuerda el “Ángel del caramelo” como también lo llaman en su ciudad.


“Don Alejandro estaba en todos lados: en la plaza, en la esquina de la tienda “La Flor del Día” o a la salida de la misa siempre lo encontrábamos”, rememora Sandra Michea, directora de la Escuela de Educación Técnica, ex clienta de don Pérez.

“…además él es una persona sabia aunque no conozcamos cual es su nivel de escolaridad; es sabio por la experiencia de vida (…) y sigue el camino del buen consejo con la misma frescura e inocencia con que lo hacía con nuestras generaciones”.

“Por eso, esté en la vereda de la escuela o en cualquier otro lado, sabemos que es una mirada atenta para prevenir cualquier cosa que pueda dañar a nuestros chicos; don Alejandro Reúne en si muchos valores de esos que queremos destacar y rescatar para seguir trasmitiendo culturalmente”, precisó la señora directora.


En el mes de junio próximo, Don Pérez cumplirá 70 años vendiendo golosinas por las calles sanjustinas. A diferencia de los años inaugurales de su profesión, cuando salía con su pequeño cajoncito colgado al cuello, hoy el recorrido lo hace en un triciclo especialmente modificado y que perteneciera a un antiguo reparto del célebre hotel España.


Por allí anda don Alejandro… pedaleando lento pero sin pausa, su figura es inconfundible aunque a veces se pierda entre los chicos ávidos de golosinas salidos de cualquier parte. Su pintoresco atuendo de caramelero lo hace único: gorra blanca y chaqueta azul como el guardapolvo de los estudiantes de la técnica.


Y como dice Juan Daniel Rodríguez Primo, desde Italia,: A Pérez el cuento de la globalización le entró por un oído y le salió por el otro: “son toda macanas”, dice. A Pérez, como a todo mortal, también le llegó la vejez y desde hace un tiempo está viviendo “la edad de la razón”, como decían los griegos pero el viejo Pérez no se hace demasiados problemas porque sabe bien que siempre sobrevivirá el definitivo triunfo del espíritu.



GALERIA DE IMAGENES




Tres vistas frente del edificio Escuela de Educación Técnica Nº 277, Fray Francisco Castañeda, de la ciudad de San Justo.-


Don Alejandro, el caramelero Pérez, con su atuendo muy partcicular: gorra blanca con visera azúl y chaqueta del mismo color que el guardapolvo de los chicos de la escuela.


Muy buen surtido de golosinas



El cariño de los chicos, apenas iniciado el primer recreo


Foto en la cual se observa a don Alejandro posando junto a un amigo en una de sus paradas de otros tiempos. Gentileza de Juan Daniel Rodriguez Primo desde Lucca, Italia.-


También don Pérez fue músico. En la foto con su conjunto el cual le permitió visitar muchas pistas de baile en San Justo y localidades vecinas.



Dos vistas frente edificio ex estación ferroviaria

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Agradecimientos. A la Sra. Sandra Michea, Directora de la Escuela de Educación Técnica Nº 277, Fray Francisco Castañeda.También mi agradecimiento al personal docente y de la cocina de la Escuela.


Por una cuestión de “fe de erratas” en el post original, me vi en la obligación de editar nuevamente la nota, por tal motivo los dos comentarios que se habían publicado: Tia Elsa (Bs. As.) y David Carrascosa (Madrid) los agrego al pie de la presente. Muchas gracias.-


tia elsa dijo...


Como siempre tus historias llenas de relatos de vida, de gente sencilla que hizo el país, que volcó valores y afectos, Que lindo que los chicos quieran hasta el día de hoy a este caramelero lleno de dulzura. Besos tía Elsa.


8 de mayo de 2010 13:58

David Carrascosa dijo...


Me encanta ver las fotos que pones para ilustrar las entradas. De alguna manera, transmite la placidez de la vida de allá `por donde paras.

Un fuerte abrazo. Néstor!!

9 de mayo de 2010 02:19