Un mar de fueguitos...

"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende."

Eduardo Galeano
( El mundo , de "El libro de los abrazos")

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martes, 15 de junio de 2010

Cristo de la Hermandad (Santo Domingo)

"Desde la antigüedad, el ser humano ha tenido la necesidad de estar en contacto con la naturaleza, y es la talla en madera una de las formas de manifestarse reivindicando su valor y uso."

LUIS SISSARA... "Desde el corazón del artesano al corazón de la madera"

La comunidad de Santo Domingo palpitó día a día los preparativos de la entronización del Cristo gigante que se emplazó en el acceso al pueblo.


La pieza que moldeó el escultor Luís Sissara perteneció a una viga de un eucalipto colorado de 80 años tomado de una estancia histórica de Santo Domingo.


El árbol fue plantado en el año 1921 por Don José Hilbe, empleado en aquel entonces del propietario de la estancia "La Atalaya" Don Pedro Bernasconi.

Hugo Bidart, director de la Escuela Agrotécnica Nº 2047 de Santo Domingo, fue quien trajo a la localidad la idea de entronizar un Cristo gigante. Comunicó su pensamiento a personas de las iglesias locales y luego comenzó la concreción de la iniciativa. Inmediatamente convocó al artista que se haría cargo de la obra.


Luis Sissara, es un escultor chileno, radicado desde hace 30 años en Argentina (Mendoza). Esta obra que acaba de ser plasmada en Santo Domingo, es el Cristo número 37 -el anterior correspondió a Baradero, ciudad de la provincia de Buenos Aires- que forma parte de lo que él denomina “la cadena de hermandad de los pueblos hasta las Islas Malvinas", que sería el broche final de esta misión.


Desde su llegada, Luis Sissara, artesano de la madera se convirtió en la atracción de la población. En una carpa de media sombra detrás de la iglesia Santo Domingo de Guzmán, el escultor chileno (aclara que Argentina es su patria amada,) trabajó con su motosierra moldeando con llamativa facilidad la figura de Cristo crucificado.


Durante todo este tiempo, numerosas personas de Santo Domingo y localidades y ciudades cercanas, lo visitaron en su improvisado “atelier”. La admiración fue ganando terreno de manera cotidiana.


En la mente del escultor de 50 años se avizoraba las imágenes de lo que iba a ser la entronización, hecho que describió como "magnífico” porque se parte en peregrinación junto con la imagen a entronizar “y ese momento es el más importante porque un pueblo saluda a los demás que están allí presentes, todos juntos”.


El domingo 13 de junio se realizó una Peregrinación desde la Iglesia hasta el lugar donde se produjo la Bendición del Cristo.


El lugar, propiedad de la Hermana Marta Meier, ubicado a la margen de la entrada al pueblo, presentaba un panorama impactante cuando a la hora 15:00 aproximadamente se cumplía el objetivo: el Cristo era entronado irguiéndose altivo y coronando el esfuerzo de todos; artesano, colabores y público.

Estallaron aplausos impetuosos y corrieron lágrimas en muchos semblantes.



GALERIA DE IMAGENES

Casco de la estancia "La Atalaya" de don Pedro Bernasconi


El eucalipto utilizado para el tallado del cristo fue extraido de este predio de la estancia


El tronco del árbol recien extraido y transportado al lugar de trabajo


Varias tomas fotográficas de los momentos del tallado





Ya terminado el trabajo y preparado para el traslado al sitio de su entronización


El "Cristo de la Hermandad" está emplazado a la vera del camino de acceso al pueblo de Santo Domingo

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Agradecimiento a Nidia Nagel, vecina de Santo Domingo, autora de la presente nota.

viernes, 4 de junio de 2010

SISTEMA MORSE DE COMUNICACION

El Telégrafo Aliado del Ferrocarril

Samuel Finley Breese Morse, el inventor del telégrafo, jamás hubiera imaginado que su sistema de comunicación que fuera creado en aquel distante 1832, habría de perdurar hasta casi nuestros días. Hoy, los últimos adelantos en la materia lo fueron reemplazando, primero paulatinamente y luego en forma vertiginosa hasta arribar a la alta tecnología que todos conocemos. Este sistema denominado Código Morse o Alfabeto Morse reproduce letras y números mediante signos transmitidos de manera discontinua. Utilizado también en radiotelegrafía, recorrió con su sonar seco y contundente toda la esfera terrestre, constituyéndose por aquellos tiempos en el medio más moderno de intercomunicación de pueblos y antecesor del teléfono. Fue la herramienta fundamental en los correos del mundo así como en las naves que surcaban mares y ríos.

Su función en la empresa

Los postes que a lo largo de las vías sostenían el tendido de cables conductores que aún vemos, pero hoy hechos jirones, iban a la par del recorrido del tren a manera de compañero fiel y silencioso, no faltando junto a ellos en distintos tramos, el tradicional nido de hornero que en ocasiones originaba el corte de la transmisión.

En la antigua y demolida estación francesa de Santa Fe, los telegrafistas alrededor de los años 1915 a 1920 llegaban a sus puestos de trabajo de guantes, y sombrero de copa, señal de distinción en este oficio, según el testimonio de Alberto Olay, ex telegrafista iniciado en el FC Santa Fe. En este ferrocarril así como en otros del país, se otorgaba la vía libre a los trenes a través de las conexiones telegráficas entre estaciones antes del advenimiento del aparato canjeador de vía libre.>

Las órdenes inmediatas de servicio, ya sea comunicando cambio de horario de trenes o tarifas, se daban por este medio. Además, cumplía la función social de retransmitir para el correo, telegramas públicos que provenían de apartados y lejanos pueblos, allí donde ni siquiera había una estafeta postal. Era común entonces recibir a través de una pequeña y recóndita estación ferroviaria telegramas de cumpleaños, fallecimientos, los buenos augurios para las festividades de fin de año o la buena nueva de un nacimiento. La Central de Telégrafo más importante de nuestra zona fue la ubicada en el edificio de la estación del FC Belgrano en Bv. Gálvez que se comunicaba con toda la red de este ferrocarril. Por muchos años, los datos de lluvia eran transmitidos telegráficamente por todas las estaciones a la Central de Santa Fe para ser derivados al Servicio Meteorológico Nacional.

Consagrados profesionales

Así eran las transmisiones telegráficas por ferrocarril, manejadas por verdaderos expertos que hacían sonar el bronce (como vulgarmente se le llamaba al aparato transmisor por ser hecho de este metal). Sus finos oídos transmitían y recibían el mensaje descifrando en el papel aquel golpeteo constante que enviaba rayas y puntos.

Uno de los más destacados en esta profesión fue Juan Gaitán, telegrafista del ex FC Santa Fe, al tener la facultad absoluta de transmitir y recibir telegramas simultáneamente con ambas manos. Don Ernesto Poggio, de dilatada trayectoria ferroviaria, nos dice que en una oportunidad Gaitán fue invitado a viajar a Alemania para hacer una demostración en aquel país en donde los científicos pudieron comprobar la capacidad excepcional de este hombre. Se comentaba allá por 1939 entre sus colegas el interés de estos investigadores por desentrañar y estudiar su cerebro después de muerto.

Los profesionales telegrafistas en general prestigiaron el ferrocarril y, con la inserción de las teletipos, se las ingeniaban para atender este aparato en sincronía con el viejo telégrafo.

En ocasiones, les atacaba el "calambre profesional" como se lo conocía en el léxico del oficio por sufrir una rigidez en el pulso, debido a la constante e ininterrumpida práctica diaria que también afectaba el sistema nervioso. Por esta patología el decreto 2371/73 estableció el retiro de estos operarios a los 55 años de edad y 30 de servicio.

El bronce sonador sacudió los hilos telegráficos de esa comunicación primigenia por más de ciento cincuenta años, único medio que unió los pueblos por entonces. Los mensajes que corrían por los cables a la vera de las vías acompañaron al tren por los llanos, montes y cumbres nevadas hasta su destino final.

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En los estudios de nuestra radio universitaria, en el marco del micro radial “Historias de Pueblos Olvidados”, con invitados espaciales (ver galería de imágenes) hemos tratado este tema por demás interesante que, como dice la nota que antecede este comentario, ha recorrido toda la esfera terrestre, intercomunicando pueblos siendo, además, antecesor del teléfono.

Los señores Salmo Mendoza (cacho) y Felipe Velásquez, ambos de la ciudad de Santa Fe, dieron una cátedra gratuita de sistema Morse en nuestro programa radial, sistema de comunicación que aún, y a pesar de haber desaparecido de las comunicaciones en el presente, sigo siendo tan interesante como misterioso.

Mendoza, aprendiz del sistema de comunicación Morse en la estación ferroviaria del pequeño paraje Iriondo, posibilitó su ingreso al correo central de Santa Fe. Don Felipe, por su parte, fue quien dirigió oficinas claves de comunicación en este mismo Correo central, en el cual, se retiró de su vida laboral.

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GALERIA DE IMAGENES

Las fotos fueron obtenidas en el estudio mayor de LT10, Radio Universidad Nacional del Litoral, de la ciudad de Santa Fe, Argentina. Tema: Antiguo sistema de comunicación denominado "Morse", que en el marco del micro radial "Historias de Pueblos Olvidados", Salmo Mendoza (cacho) y Felipe Velázquez, brindaron una catedra gratuita sobre este interesante y misterioso sistema de comunicación.-









Al final del programa, mientras al aire se entonaban las estrofas del Himno Nacional Argentino, a cargo del coro de niños "COM CAIA" de la comunidad aborigen Mocoví, la despedida de los invitados que gentilmente acudieron a nuestra invitación.-
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Agradecimiento a Maria, oyente del centro, que nos envió la nota del presente post, editada en el vespertino local “El Litoral” de 12/05/06.- La nota está firmada por: Andrés Alejandro Andreis, del Museo Ferroviario Regional Santa Fe.